El ser humano ha logrado convertirse en la especie dominante del planeta no por su fuerza ni por su físico, sino por su inteligencia. Un raciocinio que le ha permitido desarrollar las tecnologías y las ciencias con las que llevamos milenios cambiando el mundo. Desde el momento en el que alguien crea un arma para cazar y sobrevivir hasta las inteligencias artificiales actuales, que son prácticamente indistinguibles a un ser humano. El progreso siempre ha sido la máxima de nuestra especie, no solo para adaptarnos al entorno, sino para adaptar el entorno a nosotros mismo, con las consecuencias que todos conocemos. Y es que ese progreso tecnológico que nos ha traído hasta aquí tiene luces, pero también sombras. El sistema actual nos empuja a producir para consumir, en una cadena que no puede romperse, pero que está asfixiando al planeta, el único que conocemos donde puede desarrollarse la vida.
Lo más sorprenderte de todo es que en el último siglo, el hombre ha dado tantos pasos hacia adelante como casi en el resto de su trayectoria en el planeta. La informática lo ha cambiado todo, y más desde la llegada y expansión de Internet. Una red que nos permite estar en contacto directo, incluso cuando estemos en partes totalmente diferentes del mundo. Un inmenso universo virtual que nos ha permitido conocerlo todo, o al menos tener acceso a toda la información. Y que irónicamente, está trayendo una era de sombras grotescas, con personas que se oponen a cientos de años de estudios científicos solo por ver un vídeo en la red. Con sus cosas positivas y menos buenas, Internet es hoy en día una herramienta indispensable para casi cualquier ser humano en su día a día. En su trabajo, en sus relaciones personales, en su forma de entretenimiento, en sus hobbies. Estamos constantemente conectados, incluso en la intimidad, llevando al sexo a un nuevo horizonte virtual en este siglo XXI lleno de ingenios. La sexualidad, aunque sigue siendo un tabú, es más libre que nunca, y el sexo virtual se está haciendo cada vez más popular como una alternativa en esta era 2.0.
Cómo es el sexo en el siglo XXI
Podríamos pensar que el sexo y todo lo que le rodea siguen siendo lo mismo desde que el ser humano está en la tierra. Al final, la sexualidad se basa en el deseo de estar con otra persona, con fines reproductivos o sencillamente placenteros. Eso, a groso modo, definiría lo que es el sexo en cualquier época. Pero por supuesto, las circunstancias marcan muchísimo el desarrollo de la sexualidad en cada siglo. Por ejemplo, la creación del preservativo supuso un antes y un después para el sexo como disfrute. Algo parecido está ocurriendo con la llegada y expansión de Internet, que ha abierto las mentes a un mundo de sexualidad mucho más amplio. Ahora todos tenemos acceso a la información, a la pornografía, e incluso a apps donde encontrar a una pareja sexual, aunque sea en la distancia.
La tecnología del futuro
Lo más interesante de la tecnología es que apenas tenemos tiempo para asimilarla cuando ya ha cambiado. Hace apenas diez años, los primeros smartphones irrumpían en nuestra vida con pantallas táctiles y una memoria al uso. Hoy en día llevamos potentísimos ordenadores de bolsillo, que son capaces de pagar por nosotros, buscar nuestro coche o permitirnos hablar con gente al otro lado del mundo. La tecnología sigue evolucionando, siempre en busca del bienestar de las personas. Por ejemplo, haciendo que su vida sexual sea mucho más interesante. Tenemos los nuevos juguetes eróticos, por ejemplo, que no solo vienen cargados ya con pequeños motores, sino también con un control por móvil y bluetooth. De hecho, hay incluso vibradores que pueden ser controlados por redes ajenas, poniendo nuestro placer en las manos de cualquier desconocido.
La tecnología y el sexo están viviendo una época dorada, sobre todo en lo que a autosatisfacción se refiere. Y es que al final, cuando uno no puede salir a la calle para disfrutar de un polvo, o encontrar a una pareja con la que gozar, al menos se tiene a uno mismo. Y los juguetes eróticos de última generación te lo ponen mucho más fácil, gracias también a la inmensa cantidad de porno que encontraremos en Internet. La tecnología permite expandir nuestra sexualidad de una forma segura e interesante, más allá de lo que habíamos imaginado hasta ahora. Y desde luego que esto es solo el principio, porque lo que está por venir supera incluso las mejores expectativas.
Robots y prostitutas virtuales
Lo que ya es una realidad en muchos países son los robots sexuales. Este tipo de androides están construidos con formas realistas, tanto masculinas como femeninas, y funcionan como prostitutas robóticas. La fidelidad de las muñecas es tal que algunos prostíbulos en China ya solo trabajan con estos robots, dejando a un lado a las prostitutas de carne y hueso. Es algo que todavía genera cierto rechazo en la sociedad, pero para muchos expertos, una indudable guía hacia el futuro. Tener un robot sexual en casa será, en unos años, como tener un aspirador o un horno microondas en nuestros tiempos. Porque hay, según los expertos, una necesidad real de este tipo de productos para muchos hombres y mujeres solteros.
Antes, cuando necesitabas un poco de cariño, debías salir a la calle en busca de alguna profesional del placer. Ahora tendrás estos robots en casa, a disposición en cualquier momento. Y eso no es todo, porque si lo que buscas es una experiencia más humanizada sin salir de casa, los servicios de sexo virtual ya se han puesto muy de moda. Puedes contratar una videollamada con una prostituta para disfrutar de un show erótico en vi9vo y en directo, y solo para ti. Puedes mantener conversaciones calientes con ella y con otras personas no profesionales en chats eróticos. Todo desde casa, con la seguridad que ofrece también el anonimato.
¿Qué pasará con las escorts?
Todo este avance tecnológico trae, por supuesto, consecuencias imprevistas y poco deseadas para ciertos sectores de la población. De la misma forma que las fábricas de videos se quedaron en la ruina al aparecer los DVDs, las escorts de carne y hueso pueden ver lastrado su negocio por culpa de estos nuevos adelantos tecnológicos. Claro que seguirá habiendo clientes que prefieran el contacto humano por encima de todo, pero se darán circunstancias que nos hagan elegir de nuevo lo virtual por encima de lo física. Con la pandemia lo hemos comprobado, y no está de más tener al menos las dos alternativas, para decidir cuando sea necesario.